Muchas veces, cuando veo la inercia de mi gente ante la iniquidad de sus gobernantes y sus dirigentes indiferentes, antes los males de la población, esta frase, (poder del pueblo poder de Dios) ó, voz del pueblo voz de Dios, revolotea en mi ceñida cabeza como un pensamiento vano, el cual no le encuentro el verdadero valor en el presente de mi pueblo, de mi querido pueblo que duerme dócilmente el sueño inconcluso de la apatía y la dejadez, y aquellos que tienen luz en su pensamiento lo mal usan, se venden por centavos a los compradores de conciencia y forajidos pululantes de los caminos grises de la patria y obvian la grandeza de la gloria que le ofrece la entrega por un pueblo, pero, para no ser irreverente a la esplendor del universo, a la grandeza de este monstruo dormido, al poder infinito de mi pueblo, me atengo de emitir conclusiones necias, ni definición negativa que puedan herir las viseras simples y bravías de un monstruo que siempre le cobra, tarde pero seguro, a quienes le hacen daño, a quienes se benefician impúdicamente de sus bienes, a quiénes juegan con su poder, cruel poder que nunca perdona y esos que nos dirigen en el presente, y cuando digo presente me refiero a veinte años hasta hoy, y no solamente en la republica dominicana, si no en toda América Latina, olvidan rápidamente lo que le han hecho los pueblos a los farsantes.
Deberían recordar, que le pasó a Somoza, a Batista, Trujillo, a Baby dog, para sólo mencionar a unos cuantos, cuando los pueblos despiertan no hay poder que los detenga para su venganza.
Ese poder manso sigue usurpado veinte y cuatro horas al día por los que dirigen, o, mejor dicho por los que, en sus manos el pueblo cándido y sumiso ha puesto dicho poder.
Corrompen el derecho que se le ha dado para que lo derramen con sapiencia sobre el espíritu ingenuo del pueblo, corrompen el poder que se le ha otorgado para que lo dividan con equidad sobre el sentir impoluto del pueblo, se olvidan de que este poder si no es bien distribuido le quemará las manos, o inmisericorde los destruirá y la voluntad de Dios, es decir la voluntad del pueblo será tarde o temprana lo que se manifestará.
El pueblo tiene la conciencia de sus necesidades, de sus derechos y de su poder, el pueblo aguanta, el pueblo soporta, pero el día menos pensado el pueblo dice no a tantas mentiras, a tantas angustias, a tanta indiferencia,
a tantos farsantes creadores de miseria.
Por: Victor Suarez
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