martes, 29 de junio de 2010
La cumbre y la farsa
Sigo señalando que esa cumbre es una farsa, una comedia, un drama, un
teatro con muy malos actores.
Si el presidente de la república hace una cumbre para enterarse de las
cosas que no están bien, de las cosas se deben hacer o no en el país,
de lo que debe ser prioritarias, entonces el presidente es uno de los
hombres peor informados de la republica, y hay que cuestionarle y
cuestionar profundamente a cada uno de los miembros de su gabinete y a
sus funcionarios, que no se sientan con él, a explicarle cuales son
los males que hay que solucionar inmediatamente.
Un presidente tiene que tener gregüescos para llevar un estado por el
camino correcto en todas las vertientes que lleven al bienestar de los
conciudadanos.
No entiendo, ni lo entenderé aunque me lo explique Pitágoras, que haya
que hacer una cumbre para hablar del problema energético de este
nación, eso lo saben muy bien el presidente y sabe además lo que hay
que hacer para la solución de este cancer que nos corroe día a día.
Basta de caramelito en la boca de este pobre pueblo.
Que haya que hacer un teatro para hablar de los problemas de migración
de este país, que haya que hacer un drama para saber que en este
pueblo la vida se hace insostenible, insoportable, que haya que hacer
una cumbre para ver cual de los problemas se resuelve primero, ¡que
mezquindad¡. Si el presidente no sabe esto que dimita.
Más que cumbre a esto debíamos llamarle entretenimiento, FARSA.
Un pasatiempo del presidente con aquellos que les gusta el juego de la
democracia.
Hablar, hablar y hablar, planificar, planificar, planificar. es más
fácil planificar que hacer, eso de hacer es muy difícil.
Y así, todo se quedará en burocracia, la cual saben muy bien manejar
los funcionarios incapaces,
los que no tienen solución a la mano, entonces hacen cumbres para
entretener, mienten, prometen, sin llegar a ninguna parte.
Así que actúan los haraganes, los que no saben como resolver las
dificultades, así actúan los indecisos, los que no son aptos para
tomar medidas que afecten a los oligarcas devoradores del patrimonio y
de este patria.
Así actúan los que son puestos allí porque son señalados por
familiares de la camarilla. A esos no les importa el sufrimiento en
que vivimos cada día.
Lo dije antes de comenzar la farsa cumbre, que esto no será más que un
entretenimiento, patrocinado por el palacio nacional.
Cuanto le costara esto al pueblo? eso nunca lo sabremos, pero, créalo
usted, o no, será mucho dinero.
Luego veré cuanta gente decepcionada, con ese tiempo gastado allí, que
tan solo le sirvió para hacer amigos y para verle la cara a otros que
hace tiempo no veía.
Las cosas prioritarias, nadie las tomará en cuenta, a nadie le
importará saber que los asuntos son para resolverlos hoy, que este
pueblo no aguanta más, que nos estamos muriendo, que no hay que hacer
una cumbre para bajar los artículos de la canasta familiar, que no hay
que hacer una cumbre para que las madres tengan el problema de la
alimentación de la familia resuelto.
Si las cumbres funcionaran el mundo fuera color de rosa, pero eso
nunca marcha, ni en la O.N.U, ni en la casa blanca, ni aquí.
Hay necesidades que no pueden esperar a que un grupo de barrigas harta
quieran resolver el problema de los que tienen hambre.
Eso lo hace la sensibilidad de un gobernante con carácter, no un
artista, que quiera venir a hacer de la necesidad de este pueblo un
circo.
De esa cumbre no saldrá nada para nosotros los desposeídos, y usted
vera que poco a poco se irá desgastando, cuando los participante
honesto que creyeron en eso se den cuenta que no habrá resultado
positivo, que de allí no saldrá nada que beneficie a este pueblo en su
conjunto.
Perdonen mi disidencia al respecto, pero he escuchado y he visto
tantas falsedades a mi alderredor en mis años vividos que la verdad la
reconozco al acto y la ficción la registro desde que escucho a los
insinceros hablar porque han sido tantos los engaños a este pueblo
manso que ya no creo ni en mi tata, cuando se trata de resorberle a
los parroquianos su derecho al trabajo, a la salud, a la educación, y
a la vida.
Por Víctor Suárez
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