martes, 29 de junio de 2010
A MI AMADO PADRE
Mucho antes de cumplir mi primer año de edad me bautizaron en tu nombre, desde entonces he escuchado de ti y te he amado con igual idolatría.
Que tu hiciste el cielo y la tierra, me dijo mi madre, que construiste los mares, los ríos y las montañas, que sembraste los bosques de inmensas variedades de árboles, nos diste la vida y pusiste todo cuanto necesitábamos para vivir felices y en armonía, todos como tus hijos buenos viviendo según tus mandamientos.
Me dijo un día mi madre que éramos esencia de tu esencia, que por ser tus hijos podríamos considerarnos tan poderosos como tu.
También me dijo el sacerdote de iglesia que a ti te gustan los buenos actos, que no te agrada el rencor, ni el odio, ni el alcohol, ni las drogas ni la violencia, que no te gusta que tus hijos hagan la guerra, que maten a sus semejantes; todo esto lo escuché de niño, hoy me doy cuenta que todo lo que tu no quieres es lo que aquí sobra y falta lo que tú quieres que sea, parece como si no tuvieras poder sobre tus hijos.
No quisiera ofender tu nombre, por que aún sin haber visto jamás tu cara, te amo con el recuerdo profundo y sagrado de mi madre en su afán de mantenerme cerca de ti, y esperar siempre que se haga tu voluntad.
He crecido en edad, hoy veo más claro tu mundo que es mi mundo aunque el velo que me separa de ti se oscurece cada vez más, pero, he podido notar desde mi pequeña estatura espiritual, que tu voluntad es la opulencia en el sentido más profundo de esa palabra, pero reina la miseria sobre el planeta, tu voluntad es el amor y fluye el odio, tu voluntad es el bien, y abunda el mal, tu voluntad es la perfecta salud y reinan las enfermedades, entonces pienso en ti amado padre y me pregunto: ¿Quién eres, donde te encuentras, que haces por tus hijos, para qué les diste la vida? Para que se aniquilen entre sí? ¿Por qué no enfrentas con tus hijos buenos los males de la tierra?,
A veces creo que no te importamos ¿Dónde están los arcángeles del poder y los querubines y serafines, santos y maestros que son los mediadores entre tú y los hombres, o mejor dicho, entre cuáles hombres?, no se, si entre los privilegiados que tienen esta conexión contigo, ellos viven en la opulencia absoluta, sin pensar en tus mandato de amarse los uno a los otros. O entre laz ovejas que seguimos tus pasos. ¿Dónde está tu poder para redimir a los hombres malvados?, se que no soy quien para cuestionarte, pero soy tu hijo y a veces me creo con el derecho de hacerte unas preguntas.
Pide y se te dará, y los infelices se pasan la vida entera pidiéndote por lo menos la bendición y nada, sé justo si quieres feliz y la justicia me ha hecho prisionero, no matar, y ni si quiera he sido capaz de quitarle la vida a un pájaro del monte, a mis años he violado muchos de tus edictos por ignorancia, por omisión o tal vez conscientemente para sobrevivir, pero he sabido pedir perdón cuando he blasfemado, por que pienso que soy hijo del sol y la tierra y que tu no eres mi padre, que soy simplemente un accidente del universo, aunque con esto no niego tu existencia y me adecuo a tu epopeya inventada a través de los tiempos por los hombres que con el miedo sojuzgaron a otros.
Yo seguiré amando la historia de tu existencia y seguiré siendo justo y bueno para mi paz, y si en algún rincón del universo, en alguna de tus lujosas suites, en tus celestiales palacios te glorificas, Amén, más no me dejaré contaminar de tu indiferencia por tus hijos que sucumben en la tierra.
Víctor Suárez
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