martes, 29 de junio de 2010
País anquilosado
Diez años después del año dos mil, cuando la mayoría de los países de
la tierra han resuelto sus problemas básicos, la Republica Dominicana
se encuentra sumida en la más cruel de las situaciones, en cuanto al
despegue hacia un progreso tangible.
Seguimos en el avance ruidoso de secas hojarascas que pregonan los
ricos funcionarios,
pero, seguimos anquilosado. Envueltos en la agónica esperanza de
creer que pronto cambiaran las cosas.
Un grupo, los cuales se creen los reales dominicanos, tienen
secuestradas las instituciones, y por supuesto a la nación, las
manejan como empresas de sus más altas privacidad. Son los lugares
donde viven y circundan los dioses dominicanos, los que deciden quien
vive y quien muere, quienes estorban tiene que ser eliminado, quienes
tienen derecho a la alimentación y quienes no, esa es su mentalidad de
patria y patriotas.
Generales que inventan historias con muertos reales, como si a nadie
le dolieran aquellos extintos, se meten en los más sucios negocios,
por que son insaciables e intocables, son los señores, sin control y
sin moral, magos de la mentira, el chantaje y la avaricia, ambiciosos
de riquezas y el lujo, atados de pie y mano al lodo y a la corrupción.
Ya veremos que tan buenos actores son, que tan machos, cuando la
muerte toque a sus puertas.
Un país comienza a ser país, cuando sus autoridades son: los pulcros,
los límpidos, los moralistas, los desprendidos, los que no buscan
riquezas, sino, lo excelso de la vida. Exactamente de lo que estamos
careciendo.
Por tal, mi pobre país está siendo dirigido por el antónimo de estas
palabras que acabo de escribir en este párrafo.
Lo que está pasando en este terruño, me lleva a pensar que los hombre
nos hemos enamorado más de nuestras lindas mujeres, que de nuestra
amada patria. Lo que está pasando aquí, donde los que nos administran
aparecen involucrado día a día en los más viles, bajos e inmorales
actos, es para que los hombres y mujeres de conciencia de este pueblo
nos lancemos a las trincheras, a buscar a estos indecorosos y
asquerosos orinales y redimirlos a la razón, a esos que con cara de
ovejas y corazón de lobo, tienen en sus manos la seguridad nacional.
No más mentira. Este año como todos los demás, será igual, los mismos
capítulos de la novela, patrañas creada por los mismos personeros, por
los mismos archi actores, sin un verdadero escritor que sepa ponerle
fin a esa aventura de maldad contra un pueblo castrado. Al cual parece
le han sacado el alma indómita que siempre exhibió.
Mi optimismo por los grandes cambios de mi pueblo, ya comienzo a
ponerlo en dudas en esta generación, estamos creando monstruos en
contra de nosotros mismos, insensibles, inhumanos, a los cuales las
vidas de los demás no les importa.
Después de Balaguer, no pensé jamás que el país caería en la
indolencia, en la decidía y en el continuismo de la miseria, la cual
parece perpetuarse en la vida de millones de Dominicanos.
por Victor Suarez
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