Soy de un país, donde los corazones de todos forman un solo corazón, inmenso y brillantes como mil soles, donde las noches de oro y plata, son embalsamadas de lunas doradas. El cielo con su fondo azul, es jardín de estrellas multicolores que embellecen y magnifican las noches sin sombra. Soy de país donde la adversidad, el orgullo y la arrogancia han sido extirpados del corazón de la gente por la infinita fuerza del amor supremo. Soy de un país de ángeles, que caminan por las avenidas del ónix y diamantes de las ciudades impolutas..
con un cetro de razón en sus manos iluminadas. El viento apacible de los atardeceres
es música divina que sostiene el pensamiento en elevadas vibraciones de sentimientos puros,
parece como si se anclara aquí la melodía eterna de las esferas, acompasadas por el suave trinar
del canto celestial de las aves silvestres que incansables cantan en las praderas floridas
de la primavera eterna de mi tierra, de mi tierra que huele a incienso y perfumes
de los excelsos jardines del templo de los arcángeles, donde la tempestad no sopla.
La felicidad emana desde las alturas coronando de matices las colinas, que son jardines
infinitos de lirios angélicos floreciendo siempre, abriendo nuevas auroras en los dulces amaneceres
envuelto siempre en un velo dorado de grandeza.
Isla tibia, preciada joya del Atlántico y del Caribe que la adornan con excelsas playas unicas, inigualables,
amatista que esparce los sagrados colores del arco iris.
Cual faro imperecedero guía el paso de sus hijos hacia la luz eterna.
La mujer es pura y dulce como la miel silvestre, apetitosa cual pulpa jugosa de sagrada fruta,
efigie perfecta de la divina belleza, lleva en su alma radiante el néctar del amor iluminado.
Hermoso es ver la majestuosidad de las cordilleras azules, ¡brillantes! A lo lejos parecen dioses
bendiciendo constantemente los inmensos valles fértiles a sus pies dormidos pletóricos de grandiosos frutales,
bañados incesantemente por sus ríos de oro y cristal, que brotan de las grutas ígneas de las montañas cubiertas de mangares
abrazando sutilmente la tierra en éxtasis, preñada de trigales en flor, en flor como las adolescentes puras y hermosas
que pululan en las campiñas, madurando las frutas con el toque de sus manos santas,
confundiéndose con la belleza sutil de los rosales que crecen silvestres en las riberas brillantes
cual espejo de plata de los ríos de remansos cristalinos.
En el centro se extiende una hilera de montañas encadenadas cuya cima centelleante
se yergue a majestuosa altura, es punto más alto de las antillas, enorme y hermoso,
dominando esta cordillera como un gigante, se eleva en los aires inmenso y puntiagudo;
!Azul estrella! Desde la cima a su falda los detalles limitan la mente, mi imaginación pierde su transparencia,
más dulce es vivirlo que tener la osadía de describirlo.
Desde aquellos montes castos se deslizan como serpiente de cascada en cascada
hasta abrazar las llanuras del sur ardiente y encantador y el Cibao tibio y majestuoso
el Yaque del sur y del Norte hijos sagrados de las montañas eternas, bendiciendo a su paso
cada pedazo de tierra, como si recibieran el amor sin ejemplo de los dioses
y lo desparramaran sin limites a través de sus aguas.
El Cibao tierra abierta a todos los vientos, domina como príncipe todo el cielo del Norte
grandiosamente hermoso, perpetúa su belleza bajo la custodia sagrada de la madre mercedes.
quien desde lo alto del santo cerro extiende su mirada de cuidado sobre el valle de la vega Real,
ancha llanura rodeada de montañas violáceas envueltas en un azul luminoso
cuando el sol comienza a ocultar sus rayos entre coronas de pinos gigantes,
suelo tapizado de arrozales y flores perfumando con esencias los amaneceres.
El Cibao es un contraste espectacular de la naturaleza, dicha suprema es tener la oportunidad
de completar estas tierras límpidas, donde es fácil perderse en tal altura del pensamiento
que olvida uno la existencia del cuerpo, hasta que este con rudo llamado de atención
hace recordar su presencia y el alma vuelve a sentirse cautiva, tocada aún del rocío celeste
que deja dentro muy dentro la ardiente sed de la desconocida felicidad de los sentidos,
estar allí es como vivir un momento en el océano de la luz, es como reencontrarse con el recuerdo divino
y rejuvenece el cuerpo como si bebiera la sabia de la vida; Es encontrarse
en el horizonte púrpura con el color rosa de la aurora nueva, donde el bien se cumple
en el fondo mismo de las almas que reverentes bailan las danzas de ascensión suprema
que tiene encanto vivo y único.
Esos pueblos de oro del Cibao infinito son auroras en flor del amanecer divino.
El sur viejo, sabio y profundo, lleno de una paz que toca el fondo del alma, tierra donde flamea
una esencia misteriosa que obliga a mirar hacia el cielo, se olvida uno del presente y del pasado
y en segundos mágicos se transporta al futuro de las almas benditas.
el este: es el cristal, inocencia y armonía maravillosa de sencillez patriarcal dulce y agudo,
senda de lirios de los amaneceres.
El Oeste: tierra del relámpago, morada del sol, estancia de los bien aventurados,
innata realeza de las hondonadas cubierta de césped y cristalinos manantiales paradisiacos,
donde se enciende el silencio como el encanto bajo la espesura de los árboles a orillas de los
ríos de verdes riberas y de profundos cauces.
Para que recordar los días en que los lobos dormían bajo las sombras de las palmeras
a orillas de los ríos y en las esquinas de mis calle santas y de mis barrios grises,
embriagados de ignorancia y alcohol, deprovisto de amor esperando las noches negras
para saciar su sed de bestia. Para qué recordar los días de los falsantes,
los engreídos, los desalmados, los crueles, los traficantes y los verdugos retrasados,
constructores de fríos calabozos, donde tratan de inculcar el odio a las almas puras
que encendieron las primeras lumbres las que hoy brillan por todas partes
cual fulgurantes soles, para qué recordar la sangre esparcida por tus calles, tus escuelas abandonadas,
tus parias, tus hijos desaparecidos, exiliados, cruzando fronteras para buscar la vida.
Para que recordar el dolor y las muertes de tus hijos buenos en intento por recobrar
la existencia verdadera, para qué recordar el infierno que construyeron los malvados,
para qué hsblsr de la guerra, para qué pensar en el tirano, para qué pensar en la tristeza;
si aun puedo envolverme en el bien de la alegría que de ti emana.
Prefiero imaginarte inmaculada amada Quisqueya, perpetuada en la felicidad divina.
Quien pudiera verte así como te veo, despierta y altiva en el sublime camino de amor y luz,
eternamente abrazada a la opulencia infinita, ascendiendo cual estrella luminosa
hacia el palacio divino de las mil puertas, desde donde un día viniste pura e inocente
y hacia donde te diriges definitiva e irreversible. Quien pudiera verte así como yo te veo
amada Quisqueya, loto sagrado de pétalos ilimitados, sueño dorado de América,
fuente de mi inspiración, camino de luz.
Eres un país marcado con el sello inextinguible de la grandeza, expira ante ti el acto humano
y renacen las divinidades reflejadas en imágenes fantásticas al abrirse las colosales arquitectura
del limpido rubí del sol desde donde es oriundo cada ser que te habita,
cada individuo es un rayo de luz que de súbito enciende la noche.
Soy de un país sin límites en el amor.
VICTOR SUAREZ
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