martes, 6 de julio de 2010

Mamá juanica

Ella era delgada como el amanecer frágil y fuerte a la vez mano abierta era su ser, alma de hombre y de mujer Nació antes que la era fuera, sin pan y sin abrigo, condenada al vil destino de no ser, de no saber. Trabajando la tierra se le fue la vida, sabia que de ningún lado el pan llegaría, más que de la fuerza de sus brazos de su cansancio y el arado.

Trujillista por obligación, concebible, los tres golpes siempre visibles cuando al mercado salía y a mi casa venia a echarnos con orgullo la bendición con apego y arrullo, las pocas veces que salir solía. Todos le decíamos mamá, era la partera del pueblo nunca pudo parir, pero a todos nos trajo a la vida con su mano campesina, nos entrego el primer suspiro con una palmada en los glúteos y nos rezó una fausta oración al entregarnos a la vida por eso era obligatorio pedirle la bendición y llamarle mamá.

Mientras hubo Balaguer reformista fue, cada ves que votar debía rojo votó, creyó que algún día la reforma llegaría, pero esta nunca llegó. Mas como su conciencia era portátil de la esperanza se nutria la vi que votaba un día por el partido morao, porque Balaguer la mando. Otra vez la espera por los cambios ofrecidos. Ellos harán los caminos y bajaran la comida, oí que le decía un día a Pedro el hijo adoptivo que hacia lo que mamá decía sin contrariar su pedido.

Un día llegué de viaje a mi pueblito querido, eran las elecciones, y la quise convencer de que no volviera a cometer el error de toda una vida, no vote mamá, para que votar por esos partidos que no te toman en cuenta, que saben hallar tu puerta cuando quieren tu voto, aquí llegan en carro grandes, ofreciéndote mil cambios, que mejoraran el campo, cambios que nunca llegan. Un día la encontré seca, muerta de hambre y de sed, de pie en una fila votando por el P.R.D, otra ves mamá Juanica te has dejado engañar cuantas veces te lo he dicho, que nada van a cambiar.

Tu que tanto nos curaste, con tus raíces curativas y tus botellas medicinales no te has podido curar, del el engaño y la mentira de los farsantes. La fiebre no esta en la sabana, es en el enfermo que esta, es el sistema que no sirve hay que dejarlo morir, hay que removerlo todo, para así poder cambiar Y que este pobre pueblo deje ya de sufrir. Ayer supe que juanica se encontraba muy grave que está casi muriendo, pasaron ochenta años, totalmente desprotegida, creyendo que así era la vida, en definitiva engañada, quien se habrá apropiado de lo que a ella le tocaba a que hospital la llevaran si a sus ochenta aun no hay en su pobre comunidad, que medicina tendrá, la comadrona del pueblo la que mañana morirá sin haber tenido nunca ninguna oportunidad para ser, para aprender, para saber

Autor:
Victor Suarez

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