lunes, 28 de junio de 2010

A pedacitos


Regreso de un viaje hecho alrededor de la isla y mi alma se congela en
el frío del sufrimiento, la desesperanza y la compasión por un pueblo
que se muere de hambre, y la falta de todo, cuanto nos falta para que
nuestra gente no sufra más el abandono.
Cuanta tristeza en el rostro de la gente de estos pueblos de Dios,
donde lo único que tienen es la mesa de domino, para olvidarse un poco
de las carencias en que viven sumidos cual si fuera un mal eterno.
El campesino sigue sin la tierra para su sustento, sigue con el
machete sin filo porque ya no tiene que cortar entre los matorrales.
Al frente de su casucha un soberano terrateniente, tiene miles de
tareas baldías, mientras el paisano muere de hambre.
En mi recorrido vi niñas pidiendo bolas en las carreteras solitarias
hacia la escuela, exponiéndose al estupro de forasteros, vi niños
caminar descalzos con medio cuaderno hacia la escuela, los ríos
secándose por la deforestación en sus márgenes y desde su interior les
extraen la esencia.

Vi la isla, la parte dominicana llena de Haitianos como nunca antes
había visto en busca de trabajo, que los dominicanos no tienen, me
encontré con prostitutas que ofrecían su trabajo, por cien pesos, o si
no que le diera algo para llevarles a los hijos a la casa.
Cada pueblo lo mismo, ni más ni menos, hambre, miseria, desesperanza, tristeza.

A lo lejos, bellísimos paisajes paradisíacos entre montañas
solitarias, pero ahí frente a mi la angustia del desamparo, del olvido
de las autoridades. Eso si las fotos de políticos y las vallas súper
caras no faltaron en todo mi recorrido, anunciándose como los Mesías
salvadores del bienestar de la gente.
Mi pesar es inmenso, y doloroso, la gente aun cree que alguien le
solucionara sus problemas de vida, yo se que así no será, porque el
sistema establecido no le importa el sufrimiento del la mayoría, cada
quien quiere resolver sus propios problemas, sin importarle quien
muera en el intento, en esos poblados los políticos son caciques, que
mitigan en algunas cosas algunas necesidades de la gente, pero andan
en vehículos caros y lujosos ante la mirada entristecida de los
moradores.
Mi país es un país de pobre gente de conciencia, pero no es un país de
pobreza material, sólo que un pequeño grupo, maneja los recursos del
estado a su antojo, como si fuera propiedad privada. Esos viven en la
riqueza total y otros en la más infeliz de la pobreza.
Por eso digo que este país se esta cayendo a pedacitos, ni siquiera a
pedazos, la gente no tiene poder adquisitivo, la gran mayoría no
tiene empleos, todo caro extremadamente caro, los apagones ya se
vuelven legendarios en esas regiones lejos de la capital, el agua
contaminada, los combustibles inalcanzables pero hay un grupo que para
no citar su eslogan, diré, que hay un grupo dominante que dice que
aquí todo esta bien, yo diré que ellos están bien, por que este pueblo
se esta cayendo a pedacitos.

Víctor Suárez

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