lunes, 28 de junio de 2010

Hambre de pan y horizonte



Mi pueblo tiene sed y tiene hambre,

el ocaso estrangula la perspectiva,

indigentes como enjambre,

ante el mundo es diatriba.



Me acuesto sin energía eléctrica, cansado de enfrentar el día, un día duro y sin progreso.

Me levanto temprano igual fatigado y otra vez no hay agua, pasa de largo el vendutero, plataneeero, no hay un peso en la casa para el desayuno, así se irá el día, en las gracias de Dios, me lanzo a las calles sin trincheras, pero,

es como si fuera a una guerra con la carencia infernal que llevo en los bolsillos.

Medio baño a mi cuerpo y una tasa de café en el estomago.

No tengo completo el pasaje, le digo al cobrador de la voladora, me deja subir, después de unos cuantos insultos, de allá para acá se lo pediré a alguien, o vengo a pie, para no aguantarle vainas a este tipo.

Busco trabajo en la fábrica, en el ayuntamiento, en las casas en cualquier sitio y nada. Que vaina, me atormenta mi casa, no les dejé nada a esos muchachos para comer, donde acudo, a quien le ruego mi hambre y mi desdicha, nadie lo entiende, quien entiende que mi carencia es la misma de tantos otros. ¿Y el plan social de la presidencia? No, eso, nada más funciona en navidad, al menos eso creo, además uno ni sabe donde queda esa jodienda, está tan oculto, que de social no tiene nada. Ya son las doce del medio día y el café en mi estomago se ha convertido en ácido amargo y me duele. Me duele tanto como ver a tantos igual que yo, en esta situación de desesperanza, de miseria y de hambre.

Si yo fuera presidente, sin importarme nada, haría primero lo que es básico para la vida de un ser humano, le garantizaría, su alimentación, mi gente, por lo menos los servicios básicos que dignifiquen la vida del hombre como ser pasajero por este planeta. Comida, salud, educación, trabajo y vivienda, no hay que darle esto a la gente, pero, hay que ponerle todas las facilidades para que esto ocurra en la vida de cada familia.

Lo demás lo dejo para después, cuando se pueda.

No es justo ver morir a un hombre herido por el hambre, malogrado de falsas medicinas, envuelto en una carencia interminable, no es justo vivir en un barrio donde el agua llega dos veces por semanas, como si el trasero la gente se lo lavara sólo unas cuantas veces al mes, no es justo vivir en un lugar donde las calles son lagunas intransitables de aguas negras, donde la falta de oportunidad hace delinquir a los adolescentes.

El hambre tiene cara de hereje, el hambre nos hace tomar acciones que nos llevan a buscar el pan, aunque esto nos transporte a la pronta muerte.

Hoy igual que ayer, los ojos de mi gente en este auto bus se ven tristes como los míos, las caras, ajadas y los sueños truncos, hoy igual que ayer el barrio, esta herido de muerte en el costado derecho, y lleva en su cuerpo las mismas heridas de Jesús, las de la incomprensión, la de la codicia, la herida de la dejadez y el abandono.

El pueblo sigue poniendo las mejillas, neciamente sumiso, mientras los verdugos del poder se enriquecen y con su indolencia, me golpean y golpean a mi pueblo y a mi gente, de forma tan cruel y tan severa, que no nos queda más camino que el de la violencia, el ojo por ojo y diente por diente.

Por Víctor Suárez

No hay comentarios:

Publicar un comentario