Era una mañana del eterno verano
de la patria mía y de usted, cuando se enredaron
mis pupilas de águila en la luz hermosa de su pintura,
miré su frente y me perdí en el volcán activo de su mundo
y en el sol candente de su mirada.
Ibas descubriendo bosques de esmeralda,
ríos de agua cristalina
accidentados en cascada de oro
y riveras de infinitos rosales.
Me asome a su ventana,
y al ritmo armonioso de sublimes colores le vi construyendo galaxias.
como un Dios poderoso expandiendo sus confines.
Victor Suarez
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